Fidel Gómez
04/12/00
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- ¡Vaya, vaya! Hasta ayer no sabíamos qué perder tenían nuestros vecinos del norte... y ayer pudimos comprobar que pierden mal. Peor para ellos, y mejor para nosotros. Ayer se certificó sobre Mendizorrotza lo que la clasificación en las dos últimas temporadas venía diciendo, y el gusto futbolístico confirmando. El Alavés se consagró como el mejor equipo vasco del momento. Pese a quien pese, que parece que pesa.
- No parece propio empezar el comentario sobre el partido ante el Athletic hablando de otras cosas que no sean el Glorioso, su primorosa segunda mitad, su entereza tras el descanso, sus dudas anteriores, las ocasiones creadas, las falladas, las variantes tácticas... todo un universo de matices reunidos en noventa minutos inolvidables. Noventa minutos que, como me decía un aficionado de los de siempre tras el partido, han servido para amortizar treinta años de pagar el carnet de abonado.
- Pero me apetece hoy hablar del entorno. Porque el Glorioso ganó ayer contra muchos de los rivales que le han surgido en su ascenso a lo más alto. Ganó al Athletic, el equipo que se considera a sí mismo -y es verdad que tienen sus motivos para ello- el estandarte del fútbol vasco, y que -por sus hechos los conoceréis- no soporta bien el papel de segundón, relegado por un club, el Alavés, al que con frecuencia han visto como poco menos que una anécdota, una especie de filial con ciertas particularidades, territorio conquistado, con un campo en el que siempre, hasta hoy, había jugado cómodo, como en casa. Un equipo que, ¡cómo no!, ganó gracias al árbitro. Así, dicho sin decirlo, pero con chulería, como mandan los cánones. Sin pisarse la sábana, el señor Rojo. "Siempre hay un pero", decía bien Desio, que va conociendo el percal.
- Y, ganando al Athletic, ha puesto en evidencia a ETB. No me gusta hablar de otros medios, pero hoy no puedo evitar comentar lo que se pudo ver en el Derbi, el programa resumen que la cadena pública vasca emite las noches de los domingos. Un caso de manipulación, bailándole el agua al técnico rojiblanco, y cargando las tintas en la actuación arbitral, negando la evidencia, ocultando imágenes, ayudando a poner paños calientes a una derrota clara, merecida, sin discusión posible por los méritos esgrimidos por cada escuadra, obligando al bueno de Antonio Karmona, presente en el programa, a tragar bilis aguantando las constantes insinuaciones salidas del resto de participantes sobre la influencia arbitral decisiva en el partido. ¿Dónde estaban las imágenes del agarrón a Astudillo en la primera mitad? ¿Qué pasa con el penalti de Ríos a Téllez tras el inexistente que supuso el 2-1? ¿No va lo uno por lo otro? Y en el gol anulado a Iván Alonso, ¿se puede argumentar de alguna forma que ese gol no es legal? Pues en ese programa se "demostró" que el gol no lo era. Para el resto del mundo, fue un golazo mal anulado. Para nuestra tele, fuera de juego claro. En fin... Una cadena, pagada por todos, incluso por los alaveses, que no va a transmitir, salvo sorpresa de última hora, el partido de Trondheim. Servicio público.
- Bueno, tendrán que tragar quina, porque una de las virtudes del partido de ayer es que ha metido al Alavés de nuevo en la zona alta, en zona UEFA tras un tercio de liga, con la mitad de los puntos para la consecución de la permanencia casi conseguidos. Lo dicho, el mejor equipo vasco del momento y, por lo visto, para rato.
- Y habrá que contar algo sobre el partido. Dudas al principio, con un Athletic bien plantado, asfixiando a Desio y Tomic, el guión de los peores partidos del Glorioso. Y, para más inri, golito a balón parado de Roberto Ríos, marcador en contra, descanso. Parece que esta vez el vestuario obró efectos balsámicos y sirvió para reagrupar sobre todo los ánimos de los jugadores y rearmar al equipo. Un descanso parecido al de aquel sábado, unos años atrás, cuando el play-off del ascenso a segunda, cuando nos fuimos al descanso contra Las Palmas abajo en el marcador y en la segunda parte los Iván Campo, Serrano y compañía se merendaron a los canarios.
- El caso es que la seguna mitad tuvo otra cara. La entrada de Iván Alonso fue la cara visible de un cambio táctico, pero sobre todo de un cambio de motivación. Tomic avisó y Contra inició la remontada, también a balón parado. Después llegó el penalti pitado, el segundo no pitado, las ocasiones, los tacos de Urrutia, el golazo frustrado de Iván, el dominio por juego, por presencia, por garra, ante un equipo que siempre nos había ganado por la mano, y que ayer perdió en Vitoria el aura de imbatibilidad ante el Glorioso. Un club que no nos volverá a tomar como una mascota, y que nos empezará, si no a respetar, al menos a temer.
- Ayer el Glorioso espantó el último fantasma mental que le separaba de ser uno de los grandes de la liga. Ya no hay escuadras a las que no se haya ganado. Ya no somos menos que nadie. ¡Ojo!, tampoco más, pero desde la humildad que nunca ha faltado en una escuadra consciente de sus limitaciones, desde ayer podemos afirmar con todas las de la ley que este Glorioso no tiene límites. Y esa sensación es realmente hermosa.
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