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Glorioso 2 - Barça 0: Notas personales sobre el partido

02/12/2001 - 00:00 - Enviada por fidel
El primer partido del que conservo algunos recuerdos se jugó hace unos treinta años en Mendizorroza. Ma eacuerdo de que en el descanso el Glorioso ganaba 2-0, que jugaba Tobalina de portero, que terminó 11-1 y que el Alavés jugaba en Regional. Con el tiempo ese recuerdo lo he ido vistiendo con datos sacados de la historia albiazul, que me hicieron saber que ese día el Glorioso era líder de la Preferente, como durante buena parte de esa liga. Anoche, en el último partido que he vivido en directo, volví a ver al Glorioso como líder. Entre medio, me ha tocado ver al equipo ser líder de Tercera -¡qué difícil era superar a Lemonas y Hernanis!- de Segunda B -aquí la cosa se complicaba siempre al final- y de Segunda, con ascenso incluido ante el Rayo. Cinco categorías, cinco equipos diferentes de un club con una historia rica en altibajos.

Así que, en cierto modo, ver al Alavés líder no es algo que me resulte extraño. ¡Hombre!, sí que llama la atención el que entre los equipos que están por debajo en la tabla no haya ningún filial. Cosas de esta categoría. Una categoría extraña esta, que no tiene ninguna por encima. "¡Este año sube el Alavés!", cantaba anoche durante un rato el Gol Polideportivo. Nunca se cantó una mentira mayor en una tribuna. De esta división no se puede subir a ninguna otra. Es la más alta. Y en este cielo de las divisiones el Glorioso es, desde ayer, la estrella que brilla más. No se puede estar más arriba de lo que está ahora el Alavés. Y eso lo han visto nuestros ojos. Da pena cerrarlos.

Tampoco nos va a cegar la luz. Esta posición durará lo que tenga que durar. Por eso, la alegría es mayor, porque es alegría químicamente pura, sin mácula alguna de presión. Además, la alegría es mayor si cabe porque nos la ha proporcionado un partido en el que el Alavés ha jugado como juega el Alavés, con todas sus limitaciones pero con toda la grandeza que da el trabajo a destajo de todos y cada uno de los catorce hombres que pisaron ayer Mendizorroza, su esfuerzo por apagar al rival, un tal FC Barcelona, su esfuerzo colectivo, ese colectivo que hace que minimiza las limitaciones individuales -que las hay- y que sublima las cualidades de cada cual, que también las hay. Tesón, casta, concentración, respeto al rival, pero sin una pizca de concesión. El equipo que queremos ver, el Alavés con el que nos identificamos, el que no viajó a Gijón, el que nos brindó el liderato desde el centro del campo al terminar el partido de ayer.

La fe de todos y cada uno de los jugadores en el equipo tiene propiedades mágicas. Hace que Rubén Navarro sea capaz de sacar a la luz todas las contradicciones de una defensa hecha de internacionales surtidos, y de firmar ante ellos su mejor partido desde que viste de albiazul. Hace que Ibón Begoña -que perdió balones hasta hacerle a uno preguntarse qué coño pinta ese tío ahí- termine marcando un golazo y dando un recital de presión aplicada. Hace que un suplente del Valladolid como Turiel, con problemas a la hora de crear, se convierta en ocasiones en un peligroso hombre de área. Hace que Lloréns, al que no quiere su equipo en Segunda, se convierta día a día en un maestro del control y el juego de apoyo por banda.

Y hace que uno no se crea que Magno es brasileño, porque le echa casta como si hubiese surgido de la Preferente guipuzcoana. O que sospeche que quien sí es brasileño, o por lo menos argentino, es Pablo, que mueve la bola con criterio y encima pelea, y encima lleva el diez a la espalda. O que a uno bostece de tedio cuando oye hablar de la clonación, porque ve cada partido que el equipo juega a su manera a unos cuantos Astudillos corriendo y aburriendo a los contrarios.

Ayer el Glorioso le pasó por encima al FC Barcelona. Parece fácil. Esa es la principal virtud posiblemente de este Alavés, y puede ser el mal del que muera. Cuando juega concentrado, mirando a la cara al rival y asfixiándole, puede ganar a cualquiera. A cualquiera, incluidos rutilantes equipos de la Liga de las Estrellas, de la que puede llegar a ser incluso líder. Eso es muy, muy difícil, y está a la altura de muy pocos equipos. Es una situación complicada de mantener, y aunque este equipo parece no tener límite, puede que, incluso jugando de esta manera, se pierdan partidos, y se perderán. ¿Sabrá -sabremos- el entorno que ahora se muestra entusiasmado asumir esa siutación cuando llegue? Espero que sí. Y también espero que llegue lo más tarde posible. Porque se está bien aquí arriba, sí señor...