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Glorioso 1 - Celta 0: Gran resultado en un partido vibrante

23/3/2006 - 02:53 - Enviada por fidel
Decía Carpintero tras el partido que el balón había sido para el Celta y las ocasiones, para el Alavés. Es una buena forma de resumir lo vivido durante noventa minutos en un vibrante Alavés-Celta. Los celestes parecían controlar el choque, si bien las ocasiones se iban desgranando casi siempre a favor del de casa, y casi siempre, también, acabadas sin consecuencias en el marcador.

En un principio, la tendencia del choque parecía llevar a un final diferente. Un Alavés sin Astudillo en la medular y con Georgiev como titular, veía cómo el Celta dominaba aplastantemente, tiraba a gol con desparpajo y marcaba su huella sobre partido. En unos primeros veinte minutos que acabaría pasando factura a la escasez anotadora ayer de los de Fernando Vázquez, los jugadores albiazules o se habían caído fruto de uno de los múltiples resbalones que se dieron durante el juego, o habían pardido al menos un balón ante la presión inicial celtista.

Un cabezazo de Bodipo pasado el cuarto de hora fue la primera aproximación albiazul al área de Pinto. Los de Luna fueron poco a poco equilibrando el tiempo de posesión, si bien el partido parecía estar jugándose en feudo vigués, con los de Vázquez llevando el peso del juego ante un Alavés replegado y con problemas para crear juego por la presión celeste. El Celta dominaba, pero el Alavés creaba ocasiones. En la última de la primera mitad, Aloisi enviaba el balón cerca del poste derecho de la meta de Pinto, y éste la sacaba in extremis cuando parecía que el marcador podía moverse

En la reanudación, el Alavés asumió el control del juego, cargándolo fundamentalmente por banda derecha, donde hasta Nené apareció de vez en cuando. Con un Edu Alonso excelente por toda la banda y un Georgiev alternando momentos brillantes con otros en los que mostraba su falta aún de adaptación a la Liga, los albiazules trenzaban el juego por la banda de Preferencia, si bien a la hora de la verdad seguían sin inquietar en exceso a Pinto, e incluso Baiano mandaba una bola al poste de un disparo desde la frontal del área de Bonano.

La entrada de Méndez en las filas celestes y el cambio de sistema de dos a tres centrales con laterales de largo recorrido y la ubicación de Silva como media punta devolvió el control del partido al Celta, y dejó durante varios minutos al Alavés desorientado, que acabó recuperándose en el último tramo del choque con la incorporación de jugadores frescos a la medular. A falta de diez minutos para el final, un soberbio saque de falta desde esa zona por parte de Nené llevó el balón al poste izquierdo de la meta viguesa. El Glorioso, como en los últimos partidos, se venía arriba en los últimos momentos, intentando apurar sus posibilidades de victoria en un partido que estaba resultando, por el ritmo y las ocasiones, trepidante y al que el cero a cero no hacía justicia.

El desequilibrio le llegó al marcador en dos actos: a falta de cinco minutos para el final, Nene se internaba en el área de Pinto por la zona izquierda del ataque local. Derribado por Angel, Undiano Mallenco se fue hacia el punto de penalti entre las protestas viguesas. Aloisi, el héroe de Australia gracias a un penalti anotado bajo la presión de la historia futbolística de todo un continente, no falló y transformó el penal que ponía en ventaja al Glorioso. Con el 1-0, los de Luna pudieron incluso aumentar su ventaja, pero De Lucas no acertó a resolver y Pinto salvó el 2-0.

Decía tras el choque Piterman que había sido el mejor partido que había vivido en sus etapas tanto en el fútbol amateur como profesional. Puede que el presidente albiazul no fuese muy imparcial en el calor del postpartido, pero hay que conceder al Glorioso-Celta que abría la primavera futbolística de 2006 el mérito de haber sido un duelo vibrante, que el Celta no mereció quizás perder por haber dominado durante buena parte del mismo y haber tenido sus ocasiones, pero que el Alavés mereció ganar por haber sabido aguantar, situado en la zona difícil de la clasificación, la presión de un equipo de la zona noble creando, además, media docena de ocasiones de gol más o menos claras. Un partido notable, con tensión creciente y final feliz.