Glorioso-Besiktas: Notas personales tras el partido
01/11/2002 - 13:37 - Enviada por fidel
Interesante el partido ante el Besiktas. Pudimos ver en noventa y pocos minutos los defectos que están postrando al Alavés en lo más bajo de la tabla, y también unas pinceladas de la medicina para tanta calamidad. Vimos también lo que se valora en Gasteiz la competición europea, y pudimos apreciar las características de un buen rival, llegado de un campeonato al otro lado del continente. Interesante partido.Si en algo se ha cimentado lo conseguido por el Alavés en los últimos años ha sido en la seguridad defensiva. En los años pasados, el Glorioso podría haberse definido como un equipo que ganaba los partidos por 1-0. El guión de los partidos era calcado: equipo bien montado atrás, presión desde arriba, portería a cero y golito que terminaba por valer tres puntos. ¿Juego? A veces. Pero, con el equipo arriba y en Europa, todo se perdonaba. El equipo entraba en una espiral de automotivación que le hacía casi invencible, pese a contar con jugadores semidesconocidos o rebotados de otros clubes.
Este año se ha venido abajo la seguridad defensiva, y tenemos lo que tenemos. Juego justito, y solo nos salva, de vez en cuando, la casta, una virtud que no se compra con dinero y de la que el equipo andaba sobrado en tiempos de hambre.
Además, la defensa falla continuamente y por todos los lados. Me explico: hasta el momento, el equipo ha jugado con dos centrales, con tres centrales, con doble pivote defensivo, con un solo medio centro... han jugado prácticamente todos los hombres disponibles, y la regularidad que se ha conseguido es la del fallo: no ha habido casi día en el que no haya habido errores de bulto, en el que alguno de los hombres con funciones defensivas no haya cosechado un cero, en el que los equipos rivales no hayan tenido que frotarse los ojos ante un regalo. Además, los errores han estado repartidos. El equipo marca su golito, pero encaja demasiados. La vía del milagro está este año cerrada.
Toda esta parrafada viene a cuento de que ayer, sin el error infantil que propició el gol turco, podíamos haber vivido un partido de esos que llevaron a lo más alto al Glorioso: pudimos haber aguantado los envites de un equipo técnicamente superior, les podríamos haber hecho un gol en el minuto noventaydos y nos hubiésemos ido todos a casa pensando lo cojonudos que somos. Somos igual de grandes, y de ramplones en juego, que hace dos y tres años. Lo que pasa es que la defensa falla, lo cual convierte victorias justitas en empates, cuando no en derrotas, y los quince puntos que venían en esas temporadas de unos a cero pelados nos pueden faltar, con lo que eso conlleva.
En el partido ante el Besiktas se vieron algunas pistas de por dónde puede venir la solución. Tras pasar de la titularidad a la grada, Geli regresó un mes después y lo hizo bien. Si un jugador está mal, aunque sea titular indiscutible, tiene que ir al banco y tiene que jugar quien mejor esté. Que jueguen los que mejor estén, por favor.
Y que juegue Karmona. Tiene delito que al final vuelva a ser el de Bermeo el que marque la pauta del equipo, dando seguridad atrás y conectando la grada con el campo. Karmona es una alegoría del Alavés: jugador limitado, hace muy bien lo que sabe hacer y el equipo se beneficia de ello. Ante los turcos fue la luz en la tiniebla defensiva, y parece que es, hoy por hoy, el único zaguero que merece la condición de ser titular indiscutible.
Y que juegue Magno. En un equipo que se pierde en pases a ninguna parte, este hombre es de los pocos que parece tener claro dónde está la portería contraria y cómo se va hacia ella. La jugada que hizo en la segunda parte, colándose entre una línea defensiva turca que parecía de fútbol americano, y llegando ante Córdoba, aunque luego fallase, fue el mejor momento futbolero de la noche.
Y si se me acepta una sugerencia, creo que el equipo debería de revisar conceptos en lo que a jugadas de estrategia se refiere. Se intentaron algunas inverosímiles, y algunas veces los jugadores estaban tan pendientes de la escuadra y el cartabón que se olvidaban de mirar a puerta.
Aunque, y pese a todo lo anterior, salí del campo contento, casi emocionado. Al final, el resultado manda, pero, y sobre todo, el ver al equipo peleando durante la media hora final, volcado sobre Córdoba, con casta, hasta el último minuto, es algo que reconforta. Esto es lo que le pido al equipo, ese no darse por vencido. El resultado es importante, pero más lo es el ser fiel a las señas de identidad. En otros equipos se suele decir aquello de que jugando bien se suele ganar. En el Glorioso deberíamos decir aquello de que peleando de principio a fin se suelen conseguir los objetivos. Por esa garra mostrada por el equipo, por lo que significa de senda reencontrada, creo que el partido ante el Besiktas puede ser el punto de inflexión que necesitaba el equipo. Espero que en unos meses podamos decir que este jueves fue cuando el equipo, pese a los errores, se reencontró a si mismo.