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Alavés-Mallorca: Notas personales tras el partido

07/4/2003 - 11:25 - Enviada por fidel
Todo lo que tuvo de sabor a victoria el empate ante el FC Barcelona lo tuvo de sabor a derrota el empate ante el RCC Mallorca. ¡Cuánto le cuesta a este Alavés ganar un partido! O, visto de otro modo, ¡qué fácilmente se consigue salir vivo de Mendizorroza siendo equipo rival! Cada vez quedan menos partidos, y el equipo sigue sin salir del pozo. Quiero equivocarme, pero esto tiene mala pinta.

Porque se van agotando las bazas a jugar y seguimos igual o peor. Ahora el equipo lucha, está bien armado atrás, juegan los que, probablemente, tienen que jugar, y los lesionados van poco a poco volviendo al equipo. Se ha intentado llenando el campo, se ha apelado a la Vieja Guardia, a San Prudencio en los saques de corner... y el equipo sigue en zona de descenso.

Y, además, ya parece que no nos queda ni mala leche. Este domingo, Daudén le birló a Iván Alonso un penalti que a un servidor le pareció evidente en el campo y en la tele. Nadie ha dicho ni mú. Ya ni nos quejamos. Parece que el Alavés languidece sin ruido, se apaga ahogado en la resignación del que da todo lo que puede sin obtener el fruto deseado.

Con este panorama pienso que el club tiene que plantearse seriamente, si no se gana en Huelva, el cambio de entrenador. Esa decisión se debía de haber tomado hace bastante tiempo, tras el partido del Sardinero, con casi una vuelta para enderezar la nave. Se optó por aguantar, pero ahora, con aún diez partidos por jugar, la situación del equipo no ha mejorado.

El cambio de entrenador es una lotería. Aquí se hizo el segundo año en Segunda, se fue Aranguren, que había sacado al equipo de Segunda B -todo un logro en aquellos tiempos- y que nos puso en puertas de la promoción de ascenso a Primera -impensable- pero que al que la cosa se le torció un año en que también con Mestrovic, Marcelo, Ozegovic, Alicarte y otras hierbas se había hecho un equipo mejor que el del año anterior. Llegó Boronat y salvó a un equipo que quizás con Aranguren se hubiese salvado, pero que llevaba mal camino. ¿Qué hizo Boronat? Cosas sencillas, tranquilizar, motivar, improvisar -poner a Karmona de medio centro algún partido, lo que solucionó varios problemas de golpe- y, sobre todo, poner una cara nueva y una mente despejada al frente de la nave.

Es lo que ahora hace falta. Puede que todo eso lo pueda hacer Mané, pero da la impresión de que la vía de la continuidad no lleva a la salvación del equipo. Estoy seguro de que si en vez de ser Mané el técnico del equipo en esta situación fuese cualquier otra persona con un pasado menos brillante al frente del equipo, ya hace tiempo que la opinión pública albiazul sería un clamor pidiendo el cambio en el banquillo. Se está cometiendo el error de que el agradecimiento por el pasado está paralizando la visión de presente. El club sigue, en este aspecto, rehén de Dortmund. Y se están confundiendo objetivos: el Alavés no está en la Liga para agradecer servicios prestados, sino para mantenerse.

El partido de Huelva es una final. Y no hay presión añadida en ello. Hay que ganar al menos cuatro partidos para salvarse, y no hay que esperar a que falten cinco o seis partidos para hacerlo, porque el equipo se tiene que permitir el poder cometer algún error al final, y porque milagros, en esto del fútbol, hay los justos. "Jugar por necesidad, perder por obligación" solía decir un veterano jugador de cartas que conocí hace tiempo. Por eso, para no verse forzado al final a ganar todo, hay que hacerlo, a poder ser, en el Nuevo Colombino. Si se lucha y se da todo, pero no se gana, no podremos reprocharle nada al equipo. Pero habrá que buscar soluciones.